"¿Cree usted que si lo pudiera decir con unas cuantas palabras, me tomaría el enorme y brutal trabajo de bailarlo?" (Isadora Duncan)

martes, 23 de febrero de 2010

Wolfie 2010

En un rato me encuentro con mi némesis más temido, mi amigo Wolfie.

Como siempre, me preparo para el encuentro, no sin una innegable cuota de angustia, esperanza, vértigo ...

Parte del miedo que me da encontrarme con él es porque tiene una imagen de la que fui en mis dos vidas anteriores. Sin embargo en esta tercera etapa de mi vida, aunque me sienta tan diferente, el nervio sensible de la que fui, vive en mí, aún a pesar de mis esfuerzos por negarlo.

Se me ocurrió buscar el significado de némesis, que más allá del sonido amenazante que me provoca, me sorprendió que la diosa mítica castigaba a los hijos desobedientes. Con razón! Siempre fui esa. Y Wolfie lo sabe.

lunes, 8 de febrero de 2010

Putting On A Brave Face

Hace dos días finalmente conjuré energías para reunirme con mi amigo P. Con él hemos sido colegas, amigos, cómplices, hemos salido juntos, hemos sido vecinos, prácticamente concubinos y para muchos como un matrimonio de esos que están casados hace mucho y no les hace falta decir las cosas con palabras. Su compañía es un bálsamo para mi alma. Es lindo, inteligente y bueno. Adoro sus ojos celestes, destacados por las ahora leves ojeras. Me gusta hablar con él de todo. Confío en su criterio y consejo. Almorzamos en su lugar preferido. Luego paseamos por las calles con plátanos, mis preferidos. Qué lindos que están los árboles de mi ciudad en estos días. A él no le gustan mucho los plátanos. Creo que es porque le dan alergia. Visitamos un edificio que quería conocer. Siempre se comporta como si fuéramos una pareja. Como si le gustara parecerlo. Le gusta la pareja. Le encanta contestar las preguntas indiscretas de la inmobiliaria o vendedora de turno. Al caer la tarde nos sentamos en una de las más lindas veredas con exposición norte-noroeste y nos quedamos hasta que nos echaron. Me dí cuenta que no lo ví todo lo que habría sido normal durante su estadía, porque sabía qué me esperaba cuando se fuera. Ojos que no ven, corazón que no siente. Hace un año y cuatro meses, coincidiendo con la muerte de mi madre, quemó las naves y se fue a vivir a mi ciudad favorita del mundo entero. Allá, forzado por las circunstancias, olvidó sus obsesiones y obstáculos y si bien no consiguió del todo sus objetivos, tuvo mucha suerte. Me alegro inmensamente por él y se lo digo. Consiguió una novia muy vivaz a la cual me presentó bastante formalmente.

De todas maneras, al dejarlo en la estación de tren y si bien me pude despedir con elegancia y generosidad, bastó que cruzara la calle para sentir mi corazón partido. Lloré de camino a casa, por entre medio de los bosques, sin ningún apuro y con una pena no pequeña.

Pero la vida siempre te tiene preparado otro zarpazo, para el caso que sientas pena propia. Me contó Mixmi cómo a Luz, de la manera más inopinada y, con todo el absurdo que esta vida tantas veces tiene para ofrecernos, le arrebataron la vida, en la flor de su edad, con tantos sueños sin cumplir ni promesas concretadas, unos cazadores.

martes, 2 de febrero de 2010

Alto Verano -- otra vez

Esta temporada del año para mí es siempre un poco rara. Recién vuelvo de vacaciones, durante las cuales se supone que uno descansa y se diverte. Lo segundo no siempre. Y debería forzar la descripción para calificar mi corto veraneo de divertido. Eso sí, descansé. Un poco

Pero volver a la gran urbe, que el ritmo sea lento, tedioso y pegajoso no me ayuda a encarar el año. Además es muy temprano para encararlo con bríos. No me dieron ganas aún de hacer mi listita de "dos and don'ts", ni tan siquiera.

Durante esta luna más se me da, a fuerza de sentirme aburrida y ansiosa, hacer macanas. Por ejemplo pasar revista de mis antiguos flings. Hoy almorcé con Alito grande. Alito es un muchachote tano y vehemente con quien somos amigos desde hace casi una docena de años. Tuvimos privilegios pero hace años nos respetamos -- demasiado. Estaba tan buenmozo con su pelo algo largo y peinado para atrás... Mantuvimos un almuerzo interesante, intenso, donde no nos dijimos nada de lo que pensabamos, en aras de la civilidad.

Lo bueno es que me subió un poco la bilirrubina y por ahí me entusiasmo y me pongo un poco a tono a ver si encuentro un huesito o más bien un fémur que me mantenga entretenida por tiempo indeterminado.