"¿Cree usted que si lo pudiera decir con unas cuantas palabras, me tomaría el enorme y brutal trabajo de bailarlo?" (Isadora Duncan)

sábado, 9 de enero de 2016

Envuelta en fuego

¿Que qué me pasa por la cabeza? Me pasan tantas cosas que podría decir que no sé por dónde empezar. Pero son básicamente dos cosas: Como Serrat, Un día de estos he de plantearme/muy seriamente dejar de fumar/con esa tos que me entra al levantarme. Para esto fui a ver por tercera vez, que espero sea la vencida, a mi admirado Dr. Bergman. Es cardiólogo, trabaja con adicciones, pero la verdad es que el tratamiento para dejar de fumar es totalmente secundario a las charlas que con él puedo tener.

Me pregunta que cómo estoy, que cómo me fue esta semana y le digo que me parece que fumé más, que estoy ansiosa y fastidiada. Me pregunta cuántos fumo durante el trabajo y le digo que si acaso uno. Que fumo uno antes de irme a trabajar y a la noche cinco o seis. Sobre todo que ahora me cuesta más irme a dormir porque me cuesta conciliar el sueño.

Me propone fumar máximo 5 por día y fumar al aire libre, no adentro de mi casa. Si acaso en el balcón. Acato y seguimos con los temas importantes. Hablamos de los padres, de la escritura, del proceso creativo, de las motivaciones para la creatividad, de lo que hace feliz a la gente. Me habla de la conferencia de Ted Robinson sobre ‘El Elemento’, aquel lugar donde la aptitud y el deseo se encuentran. Me habla de Elisabeth Kubler-Ross y las etapas de la aceptación (de la muerte) que muy bien se adecuan al duelo de dejar a ese amigo que es el cigarrillo. Ese que te acompaña y siempre asiente. No te cuestiona, ni te critica ni te recuerda lo que deberías ser. No te señala que no diste todo lo que pudiste, y así. Divorciarse del cigarrillo es difícil. Aunque ya lo conseguí dos veces espero que esta sea la vencida. No quiero terminar como mis tías viejas, cuyos vicios y excesos les marcaron la cara, el cuerpo y en definitiva, la vida. No quiero caer desplomada en el medio del parque y en el medio de un juego de croquet como mi tía María Clara. No quiero tener el cutis gris como lo tenía mi tía Rosa. Y así siguiendo. Pero a veces pienso que es casi inevitable no ya transformarnos en nuestros padres, sino que además terminamos pareciéndonos también a nuestros tíos, sobre todo si fueron siempre muy cercanos durante toda la vida.

Todas las cosas que me dice Bergman apelan a un sitio muy sensible en el cerebro, a ese sitio donde casi nadie nunca llega. No sé cuál es pero es mi talón de Aquiles, el botón de reset, ese que ni yo misma sé dónde está y por lo tanto no puedo usar cuando querría. Me persuade de una manera que voy casi como una autómata a perseguir mi objetivo, que siempre pienso que tengo una intención imperfecta, pero no obstante me expongo a la posibilidad de que funcione mi propósito de dejar de fumar. Dos veces ya funcionó, repito. Hablamos de la culpa judeocristiana, hablamos sobre cómo talló nuestras personalidades y cómo podemos hacerla actuar a nuestro favor.

Me dijo que tengo una cualidad que es buena. Que es que en algún punto me río de mí misma. Le digo que en eso me parezco a mi mamá, o al menos de ella lo aprendí, quizás por ósmosis. Cuando las cosas no tienen remedio, y me doy cuenta de que no hay nada que pueda hacer, después que ya probé todo, entonces y sólo entonces, y ante el agotamiento de los recursos, que nunca son pocos, entonces vomito una carcajada, aunque un poco desesperada. Después las endorfinas harán el resto.

Cuando me propuso otro ejercicio, “ya que te gusta escribir”, pero, a la sola mención del título, se me hizo un nudo en la garganta. Me dijo que me imaginara que es mi cumpleaños número 80 y que tres personas reales o imaginarias me escriben una carta. O que cuál podría ser mi epitafio. Si yo lo pudiera elegir, mi epitafio sería: “Su dolor se disolvía en una estentórea carcajada”.

Otro ejercicio que me propuso fue que escribiera las cartas que me gustaría que me escribieran si llego a los 80, que a este paso es difícil. Me gustaría recibirlas de Ian, de Rocío y quizás de mi amiga Martita, o Laura P., que yo creo que son quienes me conocen más acabadamente; y eso que soy muy complicada.

Me dijo como si fuera obvio que tengo poca autoestima. Yo coincido en que es la fuente de todos mis males y le cuento cómo cuando era niña, en mi tribu, era un pecado capital ser ‘pillada’, o sea presumida, presuntuosa, orgullosa. Cualquier brote diferente a la humildad más franciscana era pisoteado como una cucaracha, antes de que exhalara la primera molécula de aire.

Bergman es cardiólogo pero, me dijo, igual que yo, también en algún punto estudió medicina por mandato familiar. Si bien a mí me dieron mi bendición para estudiar Bellas Artes, ya que era más o menos obvio que era mi camino -al menos en ese momento- pero, claro, tuve muy muchos mandatos, otros. Me sigue diciendo que en realidad a él le habría gustado ser músico o actor, y que en su otra actividad, que es lidiar con las adicciones, siente que tiene un outlet para esas aficiones. No estoy muy segura de cuán alineada está la docencia con la actuación o la música. Según Lole, mi colega del trabajo, está lleno de médicos que tocan algún instrumento.

En cualquier cosa creo que esto de dejar de fumar me va a provocar una huida hacia adelante en la forma de escribir. Porque qué voy a hacer con el ansia, la ansiedad, la desesperación, el malhumor, y todos esos sentimientos cotidianos con los que vivo? Si sirve para tenerme escribiendo seguido, pero lo que se dice seguido, pues entonces la escritura bien vale largar el pucho.

Como propósito para este año nuevo me he fijado sólo dos objetivos: dejar de fumar y escribir. Empecé bien, porque a día 7 de enero ya hace dos semanas que empecé el tratamiento para dejar de fumar y varias semanas de haber retomado el taller. El otro día tuve una epifanía semi vigil en la que me di cuenta que esto es lo que tengo que hacer. Escribir. No importa si es aburrido. No importa si es monotemático. No importa si es self-centered. Por algún lado hay que empezar. Hay que adquirir el hábito. Hay que necesitarlo como el aire. Hay que desoír las voces del desánimo propias y ajenas. Hay que pasar por sobre encima de todo. Ayer me sentía una bola de fuego impulsada por un tornado. Me sentía fuerte y de buen humor. Seguro que en parte debido a una de las acciones colaterales de la droga: ‘sensación inusual de bienestar’. Esa fue mi motivación secreta principal para dejar de fumar: que me dieran esa droga con tan deseable efecto colateral. Encima when it kicks in, provoca la deshabituación del tabaco. De hecho cuando B. me preguntó si notaba algún cambio, aunque yo le contesté que creía que no, me preguntó si por casualidad no encontraba difícil terminar los cigarrillos. Y le dije que sí!!! Qué bueno!! entonces está empezando a hacer efecto.

Como las otras dos veces anteriores, seguro me va a hacer poner fecha para el día señalado en el que voy a dejar de fumar definitivamente. Hablando de vicios, culpas, religiones y símbolos, cada vez elegí fechas señaladas, que me hablaran.

El fin de semana, cuando eskypeé con Ian, después de haber hablado sobre las celebraciones de Hogmanay, desembocamos en el tema pucho. Es un santo. La verdad es que no puedo creer que le puedo fumar en la cara y ni pestañea. Así como es de fóbico con casi todos los seres de la existencia, a mi me banca todo. Casi demasiado. A veces me da miedo de que me mande a la mierda. Si yo fuera él ya me habría mandado a la mierda hace añares. Bueno, el asunto es que cuando le dije que estaba buscando una fecha para dejar de fumar, pero tenía que ser una fecha simbólica, me dijo que entonces tenía que ser el 25 de enero, el día del héroe nacional escocés, Rabbie Burns. En esa noche, los hombres celebran a las mujeres, entre otras cosas. Ian siempre me recita poemas de Burns. Con acento escocés y todo. El efecto es demoledor. Pues bien. Entonces, la semana que viene cuando lo vea al Dr. B., y me haga elegir una fecha, voy a elegir el 25 de enero. Veremos cómo me va. Si lo consigo, me imagino que el resto del año, como me merecería, podría fluir como un barco en una laguna, como una mano sobre la seda, como una brisa en una mañana de verano. Todo esto puede suceder.


Casi diría que no puedo parar de escribir. Estoy esperando que me interrumpa mi jefe. Menos mal que puedo escribir porque si no creo que agotaría a la gente a mi alrededor con mi cháchara. Cambio y fuera. Me voy a ganar el pan. Digo las vacaciones.

Basta



—“Hola, hermosura”, la saludó el flaco.
—“Hola. Llegaste tarde, me hiciste esperar. Como siempre.”
—“Ay, Chuchú… ¡qué carácter! ¿Cómo estás?”, saludó sin más explicación, como siempre hacía.

—“Y, si te fijás te vas a dar cuenta. Estoy shockeada, alterada y preocupada. Mi jefe está prófugo. Me vengo a desayunar que lo acusan de negocios turbios”. dijo ella no sin cierta acidez.
—“Ah. ¿Y eso es bueno o es malo? “le preguntó él, tratando de minimizar.
—“La verdad no sé mucho. Me estoy desayunando de todo esto. No tenía ni la más remota idea de que esto hubiera sucedido. No me tomó del todo por sorpresa porque este negocio no me lo imaginé nunca limpio. Qué sorpresas que tiene la vida. Toda mi carrera trabajando en empresas serias, re serias, y, a esta altura, esto. No lo puedo creer.”
—“Pero bueno, no te preocupes, no es tu problema”, argumentó él, intentando sin vano suavizar.
—“Claro que es mi problema. Por supuesto que es mi problema. Para empezar me pueden llamar a declarar, me puede apuntar el fiscal, me pueden someter a un interrogatorio y para seguir, me podría quedar sin trabajo. Mi trabajo es todo para mi. No ves que es lo que me garantiza la independencia? Lo único que me importa es la libertad. Toda la vida trabajé para vivir así. Esto amenaza toda mi vida. Es terrible. Estoy trastornada. Muy trastornada. Al borde del pánico.”
—“¡Bueeeno, Chuchú…! ¡Pero no pasa nada! Qué va a pasar? Como mucho te tendrás que bajar un poco del caballo. Y tendrás que viajar menos o no viajar. Igual viajar es el consuelo de los mediocres”.

Ella se levantó poseída por una ira incontenible y le dijo sin más mientras se dirigía a la puerta y la abría, todo en un solo impulso.

—“¡Te vas!”, vociferó ella. “¡Te vas ya mismo!.¡¡ YA MISMO!!”
Y él se fue, sólo algo confundido, convencido de que pasaría mucho tiempo hasta que se le pasara el berrinche. Como siempre.
***
27 de octubre
—“¿Me invitás a comer a tu casa?” irrumpió él después de tiempo más o menos largo de proscripción. Aunque quizás, pensó ella, ni se había dado cuenta.
—“Ya comí” le contestó ella secamente, mal disimulando su fastidio acumulado.
—“Entonces invitame a dormir” redobló la apuesta él.
—“No, porque estoy tengo insomnio y estoy tratando de conciliar el sueño. Y vos no me dejas dormir”
—“No podés dormir porque no me querés invitar a dormir” Insistió él, quizás ignorando el hilo de la conversación.
—“No te quiero volver a ver, ni a oír, ni a leer. Nada. No te entiendo. No puedo establecer una conexión con vos. No entiendo lo que hablás y mucho menos lo que hacés. Te pido por favor que no me contactes más. Ya te lo dije mil veces. Queremos cosas distintas. Y sobre todo yo no estoy segura de qué es lo que vos querés de mi. Es más, me intuyo que es algo que a mí me revienta.”, y cortó. Pero alcanzó a escuchar.
—“¡¡Sos diosa, mi Chuchúuu!!”
***
14 de diciembre
—“Hola. Me salió un tumor en el páncreas. El jueves me hacen una resonancia. Luego punción u operación para saber si es bueno o malo. Estoy viviendo en el tigre con Carla Farra. Ayer fuimos a andar en kayak y nos bañamos en el río” Todo en la misma oración y sin respirar, le descargó él, sin ningún signo de apasionamiento.
—“¿¡Qué?!, se alarmó ella. Pero, a ver, vayamos por partes: ¿como te diste cuenta? ¿Desde cuándo lo tenés? ¿Quién es Carina?
—“Carla, aclaró él.”
—“Bueno, es igual”, desestimó ella.



—“Estoy viviendo en el Tigre con ella. Es sicóloga, trabaja con cosas de energía, piedras, y esas cosas esotéricas. Es la que conocí hace tres años, justo antes de conocerte a vos. Nos reencontramos. Estoy enamorado. Pensé que nunca más me iba a volver a pasar. Es lindo lo que me pasó. La historia es larga pero el milagro ocurrió. Espero no morir muy pronto. Si no te jode, quiero que un día vengas, te va a encantar. Ella y el lugar. Además me encantaría que me acompañaras. Quiero que estés cerca, si te bancás. Tengo paz, estoy feliz y vos sos hermosa….”

Asociaciones Insólitas

1.La luna redonda como una piedra de molino
2.El balcón verde como una casa en un árbol
3.El ruido irritante del tráfico como un fuego cruzado4.
El ruido implacable de las alarmas como ranas en una zanja después de la lluvia
5.La lluvia indiferente como un manto de lana fría
6.El ruido circular de los motores como un grito desesperado
7.El murmullo permanente de la gente como un taladro en el oído medio
8.El golpazo de la puerta de hierro como el disparo seco de una bala
9.El ruido disruptivo de los autos pasando como un chiflido de una bala rozando el oído
10.La aspiradora eficiente como un monstruo voraz
11.La aspiradora obediente como una manta raya, barriendo el fondo del mar
12.Las cortinas de voile moviéndose etéreas como la aurora boreal
13.Las picaduras inflamadas de mosquitos como cráteres a punto de abrirse
14.Su cara poceada como un campo recién arado
15.Su cabeza rala y tibia como el fondo de una laguna
16.Sus labios apretados herméticamente como una el caparazón de una ostra
17.Su mandíbula apretada como una prensa de encuadernar
18.Sus pelos inoportunos como clavos en el parquet
19.Su expresión de asco, repugnantes como las fauces del océano más profundo
20.Sus ojos azules como las galaxias
21.Sus ojos azules quietos como un atardecer en las montañas
22.Sus ojos azules ciegos como el fondo del mar
23.Sus ojos azules esquivos como la felicidad
24.Sus ojos verdes sorprendentes como la elación
25.Sus ojos azules calmos como la bondad
26.Sus ojos azules alegres como las piedras en la orilla del lago
27.Sus ojos azules fríos como el fuego de gas de red
28.Los ojos turquesas obcenos como los cenotes de Yucatán
29.El pelo partido al medio lustroso como pingüinos empetrolados
30.El pelo graso como la brea fresca
31.Su pelada prometedora como una bola de cristal

32.Su cabeza suave como un sweater de cashmere
33.Su cabeza suave y redonda como un ovillo de lana virgen
34.Su cabeza grande como mi amor
35.Su mente amenazante como un revólver descerrajado
36.Su consejo, vital como un salvavidas en el medio de un naufragio
37.Su cabeza como un osito de peluche
38.Su cabeza, repleta como un tesoro bucanero
39.Su mente imponente como una catedral románica
40.Su mente brillante como la cúpula dorada del New College
41.Sus rasgos cincelados como las calles de la Royal Mile
42.Su mirada bondadosa como las imágenes sagradas de las iglesias de pueblo
43.Su mirada compasiva como mi imaginación cuando está contenta
44.Su mirada azul como un meteorito
45.Sus ojos almendrados como la corteza de los alerces
46.Sus bigotes finos como la sombra de las nubes en la arena
47.Su adicción a la atención como la de un imán de neodimio
48.Su cuerpo tirante como un volcán a punto de explotar
49.Su torso ancho como el borde del Pampero
50.Sus manos sensibles como los brazos de un pulpo