"¿Cree usted que si lo pudiera decir con unas cuantas palabras, me tomaría el enorme y brutal trabajo de bailarlo?" (Isadora Duncan)

martes, 28 de junio de 2011

El Espanto

La primera parte de esta etapa nueva, que aún a pesar de lo atractivo que una nueva etapa pueda ser, no conseguía ser estimulante bajo ningun concepto. Una densa nube negra se cernía permanentemente sobre mi cabeza, ominosa y turbulenta.

Recuerdo subir la barranca para ir al colegio. Mirar el tanque de agua en la punta de la loma deseando poder pensar que era linda y que mi mente se distrajera un poco. Casi consigo ese efecto al llegar el primer día al colegio y ver en la puerta escrito en piedra nada más ni nada menos mi propio nombre. Fue como en las películas de ficción como cuando te chupan extraterrestres y empezás a ver todo bajo una perspectiva veloz. Pero no había ninguna verdad nueva con estos descubrimientos.

El ritmo lo marcaban los informes de los médicos sobre el estado de salud de mi padre. Nunca eran buenas las noticias. Sí nos alegrábamos con pequeños avances. De hecho fue el único avance, a pocos días de haber sufrido el accidente: abrió los ojos. Desde ese momento, hasta 1312 días más tarde, su situación casi no variaría, y miraría al mundo con sus ojos color añil y ninguna expresión en el rostro nunca jamás.