¡Qué lindo cuando se acaban las cosas malas, o al menos cuando uno empieza a ver la luz!
Mi jefe que tanto disgusto me provoca, se vuelve a su país. Viene uno nuevo. Más vale nuevo desconocido que malo poco conocido.
Una nueva marea en lo laboral promete para mí más claridad, reglas de juego explícitas, y los melones que se acomodarán a la fuerza. Sobre todo los dos melones que se creen maracuyás.
Nada es para siempre. Ni las cosas malas. Aleluia.
"¿Cree usted que si lo pudiera decir con unas cuantas palabras, me tomaría el enorme y brutal trabajo de bailarlo?" (Isadora Duncan)
lunes, 21 de enero de 2008
Nada es para siempre
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3 comentarios:
Es verdad, nada peor que un melón que se cree maracujá.
Nada mejor que un jugo de maracujá.
¿Le ve aspecto de maracujá al nuevo gringo o similar?
Y ni te cuento unos tragos de Maracuyá que hacen en Osaka (no me acuerdo si era una caipiroska de maracuyá... Amo esa fruta)
El gallego nuevo todavía no lo conozco; nos escribimos: él todo en mayúsculas :(
Y los melones son eso, unos seres bastante básicos que querrían tener la sofisticación de la passionfruit pero no.
todas las mañanas deseo que quien entre por la puerta a la hora que llega el jefe sea otro... pero no logro que se cumpla... !!!!!
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