"¿Cree usted que si lo pudiera decir con unas cuantas palabras, me tomaría el enorme y brutal trabajo de bailarlo?" (Isadora Duncan)

martes, 2 de junio de 2009

El movimiento se demuestra andando


Mi estado se parece a una densa neblina interior que ciega todo lo que no esté inmediatamente debajo de mi nariz, de mis ojos, mucho más allá de la punta de las yemas de mis dedos o todo aquello que no sea indispensable y totalmente necesario. No encuentro motivación ni energía para encarar la escultura o la pintura, el canto o escribir un poco, el yoga. Sólo apenas la vida social indispensable para no transformarme en una total misántropa. Mucha taciturnidad. Bastante dificultad para comunicarme. Quizá este estado sea el que reflejan mis dos sueños recurrentes más antiguos: ese donde tengo alfileres en la boca como si fuera un alfiletero (y no me dejan hablar) (¿porque sino hieren?) y el sueño que soy un monstruo mutante, igual que todos los demás, pero los demás mutan en grupos homogéneos y yo no me parezco a ninguno.

No sé si quiero todavía disipar la bruma algo morbosa y mirar para adelante y también para atrás. No se si ya reuní suficientes fuerzas. Me parece que me falta un poco.

Pero hace un par de días me siento sensiblemente mejor. ¿Será? El Otoño casi siempre me sienta bien. Sobre todo si es soleado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerdo entre brumas que, a modo de muletilla, le insistía a mi padre con la peregrina idea de que del dolor se sale por arriba, por la vertical; no por la horizontal.

Palabras cuyo sentido no termino de entender.

Tal vez vengan a cuento unos versos (incompletos, pues la memoria me traiciona) de Antonio Machado:

“La causa de esta angustia no consigo
Ni vagamente comprender siquiera
Pero recuerdo y, recordando, digo:
-Sí, yo era niño, y tú, mi compañera”

¿Qué es este dolor? ¿a qué apunta?

Pero continúa el poeta:

“Y no es verdad, dolor, yo te conozco
Tu eres nostalgia de la vida buena”

Tu primo

Anónimo dijo...

Leyendo poemas de Antonio Machado me topé con éste

"Una noche de verano
-estaba abierto el balcón
y la puerta de mi casa-
la muerte en mi casa entró
Se fue acercando a su lecho
-ni siquiera me miró-
con unos dedos muy finos,
algo muy tenue se rompió
Silenciosa y sin mirarme,
la muerte otra vez pasó
delante de mí. ¿qué has hecho?
La muerte no respondió.
¡Ay, lo que la muerte ha roto
era un hilo entre los dos!

AG

Inesv dijo...

Amo el otoño. Es el momento de meterse para adentro y regodearse con lo mas intimo de mi ser, con lo bueno y lo malo. Procesar, y despues volver al mundo cual flor en primavera.