"¿Cree usted que si lo pudiera decir con unas cuantas palabras, me tomaría el enorme y brutal trabajo de bailarlo?" (Isadora Duncan)

martes, 25 de septiembre de 2007

El verdadero Glamour era el de los '7O

Las mañanas son mi momento alto. Despues de una suculenta taza de café, una mandarina y galletitas de salvado con queso blando, me siento que puedo salir a conquistar el mundo ... al menos por un rato.

Quizá sea un recurso fácil, pero se me ha dado por registrar recuerdos de mi niñez. Y no me importa analizar por qué. Probablemente para que mis queridos lo lean algún día como un tesoro.

Esta mañana me acordé de otra situación que me marcó en cierto punto de mi tierna vida. Es notable cómo las experiencias de los primeros años de vida lúcida, se quedan con uno para siempre.

Yo tendría alrededor de diez años, no más. Y tenía lugar durante uno de esos veranos eternos en la antigua estancia, cuando todavía vivía mi bisabuela, quien ocupaba la magnífica casa principal. Nosotros vivíamos en la que llamábamos 'La Casita', que era una casa para nada chica. Pero allí quizá intuí, barrunté, por primera vez, esos rasgos comunes a mi familia paterna, que me harían sentirme orgullosa de tenerlos por consanguíneos. Al menos hasta que me transformé en adulta y fui capaz de verlos con más sentido crítico.

Pues me acuerdo (y siempre siento un poquito de pena de ser demasiado suscinta) que se vivía con bastante elengancia. Una elegancia que no necesariamente significara dinero, pero sí una actitud ante la vida. Una actitud de disfrute, y de generosidad, de calidez, de amor.

Una vez, sucedió alguna de las muchas fiestas de verano: quizá Navidad o año Nuevo, o Reyes o vaya a saber qué. La ocasión era lo de menos. Pues mi padre tenía muchas hermanas mujeres. Era su familia un matriarcado; mi abuelo murió joven y mi abuela se puso los ocho hijos al hombro y avanzó en la vida. Claro con la cómoda holgura que le daba su situación económica y social.

Pues en este marco, el recuerdo que me importa es una fiesta en 'La casita'. Todos los grandes y por extensión los chicos, después de haber potreado todo el día entre el campo, la playa, el arroyo, los pajonales, montes y potreros, eramos obligados a bañarnos y vestirnos con rompa limpia y planchada, peinados y con colonia, para comer.

Despues de la comida había música, no me acuerdo vía qué medio. Las tías que eran el epítome del glamour para mí entonces, nos enseñaban sus tesoros de la vida... como por ejemplo, sus fantásticos pasos de baile. Nuestra tía L. que se auto-adjudicaba el trono del glamour familiar, también se presentaba como ejemplo máximo. Aunque nosotros preferíamos a su hermana algo mayor, A., que era un poco mas humilde pero igual de linda y canchera. El asunto es que nos enseñaban pasos de baile usando como guía las baldosas rojas cuadradas y lustradas con frenesí por Porota, con su lampazo de kerosén. Hasta el día de hoy si escucho la canción citada, me lleva automáticamente a ese tiempo.

Hay canciones que alguna radio más que nostálgica, deja escapar, como un lagrimón.
Va, aparte y a modo de musicalización del souvenir, uno de esos discos (como se decía entonces), especialmente dedicado a Mixmi.

3 comentarios:

Tommy Barban dijo...

¿Adónde escondiste la canción? Quiero escuchar la canción y ver si me sale el pasito.

Cosima dijo...

Buen día!!

Ya la posteé!! También te sabés el pasito?

Jaja. Me hiciste el día.

Besos,

Anónimo dijo...

Hi, Cósima, es verdad que no salió el link a la canción que me dedicaste, espero lo pongas again!
Muy lindo post!
Besos,