"¿Cree usted que si lo pudiera decir con unas cuantas palabras, me tomaría el enorme y brutal trabajo de bailarlo?" (Isadora Duncan)

miércoles, 19 de mayo de 2010

Quemar las naves

Esta mañana me sorprendió mi propio malhumor. Al principio lo atribuí a que desde temprano tuve que atender llamadas del viejo continente, con quien nos llevamos 5 horas de diferencia, por lo que a nuestras 9 horas antemeridianas, todos están ansiosos. Después lo atribuí a que en esas conversaciones fueron con dos personas bastante pesadas. Me dolía la cabeza y me tomé un actrón.

Ahora que hice una pausa para almorzar mientras webbeo, tuve un momento de iluminación: anoche soñé con mi madre. Ella me decía en el sueño: "No me digas más 'mamá'. Ahora decime Ana."

Lo interpreto de dos maneras: me rechazaba, ó al fin terminé mi duelo. Las dos cosas son re dolorosas. Pero también tengo una sensación que algo tiene de liberación.

martes, 18 de mayo de 2010

Algunas cosas, realmente, no tienen precio

6:00AM Me despierto con 'Señal de Ajuste' en La Metro. Buena música, hablan poco.

6:45AM Me presento en Colombia 4300 y me dispongo a hacer cola, cosa que se encuentra dentro de las que más detesto en este mundo, junto con sacar fotocopias. Es de noche y hay mosquitos. Me doy cuenta cuando me miro las piernas y sobre las medias negras tenía multiples manchitas pardas disfrutando del precioso líquido.

7:20 Me atiende señorita bastante amable, quien me retiene los documentos y me dice que espere mientras los procesa y me hace esperar en una segunda cola. Mientras los zancudos siguen disfrutandonos a los que esperamos al sereno. Avanzo.

7:30 Ingreso al fuerte del imperio extranjero. Me franquean la entrada cuatro guardias de seguridad por suerte, autóctonos. No había llevado teléfono móvil porque lo había leído en la interné, ni otros artículos electrónicos por la misma razón, ni desodorante ni perfume porque ya me había puesto. Pero me hicieron dejar las llaves del auto, un pendrive con mis archivos más preciados, y los cigarrillos, que menos mal que estaban cerrados. Si no era para fumárselos, ¿para qué los querrían? Me preguntan si tengo plata, les digo que estoy forrada. Me preguntan si estoy casada y les digo que no, que sino por qué creen que tengo tan buen humor a estas horas intempestuosas. Avanzo.


7:40 Me atiende otra señorita, igualmente amable, quien me dice que tengo el numero 132. Dice que los primeros cien los entregan a discapacitados, viejos y madres. Y que a partir de los cien atiendel al resto. Le pregunto si por mi avanzada edad no me debería dar un número entre los primero cien. Dice que no. Me toman las huellas dactilares. Espero los 32 números que me separan de mi cita,más los siete de los ancianos, discapacitados, y madres (qué asociación más tremenda) soportando el olor de una ciudadana cubana sentada a mi lado, que se había inmerso -previa visita al consulado- en un perfume rancio y pasado de moda, hasta que al final suena mi turno.

8:50 Me atiende un Mike, porque no se podría llamar de otra manera. Me pregunta a dónde pienso ir, le digo NY, me pregunta cuánto tiempo, le digo unos quince días Dior mediante. Me dice a qué, le digo vacaciones. Me pregunta si estoy casada (¿qué les importa?). Me pregunta dónde trabajo (obviamente ya sabía que trabajo y dónde y cuánto gano y unos cuantos datos filiatorios más, le contesto que en una empresa que adminstra autopistas. ¿que adminstra qué? AU-TO-PIS-TAS. (No sé si por sordo o por yanki que no entendía). Me preguntó dónde vivía y le contesté descaradamente A LA VUELTA. Ah vecinos, me dice. Si, contesto.

9:00 Bueno, pasá por DHL para pagar el envío. Tenés otorgada la visa.

Todavía estoy un poco atónita por que no sé qué salió bien cuando iba munida de toda la artillería posible, por si me la pedían.

Ahora me voy a tener que ir de viaje, nomás.