Esta mañana me sorprendió mi propio malhumor. Al principio lo atribuí a que desde temprano tuve que atender llamadas del viejo continente, con quien nos llevamos 5 horas de diferencia, por lo que a nuestras 9 horas antemeridianas, todos están ansiosos. Después lo atribuí a que en esas conversaciones fueron con dos personas bastante pesadas. Me dolía la cabeza y me tomé un actrón.
Ahora que hice una pausa para almorzar mientras webbeo, tuve un momento de iluminación: anoche soñé con mi madre. Ella me decía en el sueño: "No me digas más 'mamá'. Ahora decime Ana."
Lo interpreto de dos maneras: me rechazaba, ó al fin terminé mi duelo. Las dos cosas son re dolorosas. Pero también tengo una sensación que algo tiene de liberación.
"¿Cree usted que si lo pudiera decir con unas cuantas palabras, me tomaría el enorme y brutal trabajo de bailarlo?" (Isadora Duncan)
miércoles, 19 de mayo de 2010
Quemar las naves
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