Papote nuestro, ojalá que estés en el cielo y que éste exista. Que haya valido la pena morirte tan joven. Que heredemos y explotemos tus virtudes y aprendamos, a soportar tolerar nuestros defectos.
Gracias por el amor a la música, por enseñarme a disfrutar de la vida, del aire, del sol, del canto, de las cosas ricas, y a reirme con una libérrima risa abdominal. Gracias por enseñarme a tener muchos amigos y querer a mi familia aunque a veces la querrías matar. Gracias por habernos inundado de aventuras: por haberte ido a hacer caminos por todas las regiones desoladas, por cazar zorros, andar a caballo, saltar a caballo, jugar a caballo, por hacernos conocer los monos tití y los barigüís. Gracias por decirle a tu madre 'anciana madre mía', por decir capa de goma y por tener los zapatos siempre de los siempres impecablemente lustrados. Gracias, porque todavía me encuentro con tus antiguos amigos que me miran con una mirada inefable, y me recuerdan que tengo que estar orgullosa de ser tu hija.
Me habría mucho gustado haber podido contar con vos cuando me he ido de viaje, cuando cambié de trabajo, cuando firmé una escritura, cuando me rompieron el corazón, cuando me lo rompieron otra vez. Cuando quise hablar de hombres con alguien cuya opinión fuera desapasionada y respetable. No te debiste morir tan joven. Hoy todavía calificarías para ser un vejete banana de 75. Pero bueno, nadie nos pregunta si queremos o no algunas cosas que nos pasan.
Que los cumplas felices y me gustaría mucho volverte a ver. Donde quiera que estés. Si estás.
"¿Cree usted que si lo pudiera decir con unas cuantas palabras, me tomaría el enorme y brutal trabajo de bailarlo?" (Isadora Duncan)
jueves, 27 de septiembre de 2007
Ojalá estuvieras en Shangri-La
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1 comentario:
Mi vida, te estoy mirando desde siempre, yo vivo, yo estoy acompañándote, yo te guié mil veces, yo te adoro....!
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