A la vuelta del trabajo, antes de pasar por casa y volver a salir, fui a comprar comprar una coke en el kiosko. Conversando con la dueña sobre la marcha de su próspero negocio, me comenta que sus mejores clientes son los de la clínica, y sobre todo, 'las chicas'
-¿Qué chicas?
-Las de arriba
-¿Del estudio de arquitectos?
-No, las del prostíbulo
O sea, me acabo de enterar que en frente de mi casa de mi hermoso barrio lleno de gente sensible, creativa, linda y tranquila, han abierto una casa de citas.
Todavía no sé cómo reaccionar. Por de pronto, cada vez que salgo a regar las plantas al balcón, o a mirar los plátanos de la vereda, o a disfrutar del aire, he perdido la inocencia porque no puedo dejar de mirar fijamente las ventanas del primer piso de arriba del kiosko que están siempre cerradas.
"¿Cree usted que si lo pudiera decir con unas cuantas palabras, me tomaría el enorme y brutal trabajo de bailarlo?" (Isadora Duncan)
miércoles, 12 de marzo de 2008
"¡Putero!"
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
3 comentarios:
ahora vas a ser vos la que chorrea el agua de la regadera a los vecinos mientras se regociga en los placeres ajenos.
Je. Lo de "casa de citas" parece salido de la boca de mi abuelita la gallega.
Peor es en la parte de Núñez donde vivo, donde cuando estaciono el auto tarde antes de irme a dormir, me cruzo con un par de travesaños que por un momento creen que les voy a tirar un billete por un poco de "amor efímero". Mejor paso rápido porque si se enojan, seguro que me surten: ninguno mide menos de 1,90 (yo estoy ahí, apenitas por debajo).
Bueno, omití decir que a la vuelta de casa habían todos los travestis de la ciudad antes de que los mandaran al Rosedal. También me los cruzaba, con mi escaso 1m54cm y saludaba nerviosa.
Publicar un comentario