Hoy fui protagonista de un fallido tan alevoso, que me reí de mí misma hasta casi arrojar las entrañas.
Tengo este amigo, llamémosle Wolfi. Aunque tiene también nombre de ángel. Si bien vivía en mi mismo edificio cuando yo tenía entre 18 y 25 años más o menos, no lo recuerdo de esa época. Por las vueltas de la vida, terminé trabajando con él. De aquella época recuerdo su brillante mente y su agudeza, como así también su sarcasmo y su cualidad astringente.
Con motivo de la muerte de mi madre, me mandó un mail cuyo asunto anunciaba 'No sé qué decirte'. Me dijo que quería verme. Le dije que más adelante, que no estaba de ánimo para socializar. Esta mañana temprano me manda de nuevo un mail:
Él: ¿Almorzamos hoy? ¿En el Sushi Club a las 13:15 hs?
Yo: ¡Acepto!
Si bien él contestó 'nos vemos' yo elegí inconscientemente leer de nuevo el texto que había puesto originalmente en el asunto ('No sé qué decirte') y le repliqué:
Yo: ¡No se requiere respuesta! Nos vemos ahí. Ya me hiciste reír. Y no es muy fácil estos días.
Él: 0k. No te respondo más.
Yo: Me colgué. Volví a leer lo de ‘no sé qué decirte’ del asunto y pensé que me habías contestado eso. Ando en modo condicional. Soy inimputable
Él: No quiero contradecirte.
Creo que queda clarísimo que si no fuera porque ya está tomado, sería la horma de mi zapato.
"¿Cree usted que si lo pudiera decir con unas cuantas palabras, me tomaría el enorme y brutal trabajo de bailarlo?" (Isadora Duncan)
martes, 21 de octubre de 2008
Para muestra basta un botón.
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