En Edinburgo no hay mosquitos. De hecho no hay insectos. No hay polillas, creo que vi dos o tres moscas, sin exagerar, que tan bien se me da. Hay ‘Daddylonglegs’ que no sé como se llaman en castellano, pero son esos bichos chiquitos con unas patas muy largas. No hay bocinazos, no hay casi crimen, no hay mugre, no hay gritos. Tampoco hay mucho sol, y es una lástima que eso me importe demasiado.
He vuelto aunque sólo físicamente. Creo que me gustaría volver pero estoy esperando a que el cuerpo me lo pida. Pero mi cuerpo esta desconectado de todo. Veo amigos y familia pero me siento un poco desapegada. Creo que me importa más lo que dejé allí.
Necesito que algo me incline la balanza, que está muy pareja apenas oscilando entre los dos platos. Me duele el arrancón potencial que implica decidir irme o quedarme. Qué será de mi.
He vuelto aunque sólo físicamente. Creo que me gustaría volver pero estoy esperando a que el cuerpo me lo pida. Pero mi cuerpo esta desconectado de todo. Veo amigos y familia pero me siento un poco desapegada. Creo que me importa más lo que dejé allí.
Necesito que algo me incline la balanza, que está muy pareja apenas oscilando entre los dos platos. Me duele el arrancón potencial que implica decidir irme o quedarme. Qué será de mi.
3 comentarios:
Lo que tú y tu balanza decidáis
Lo que tú y tu balanza decidáis
Lejos de Delfos, igual podemos arrojar una moneda al aire.
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