"¿Cree usted que si lo pudiera decir con unas cuantas palabras, me tomaría el enorme y brutal trabajo de bailarlo?" (Isadora Duncan)

viernes, 29 de noviembre de 2013

Dior Gratias

Qué es esto de Thanksgiving?! La celebración del día de Acción de Gracias antes no la entendía. Quizá por que he sido muy ingrata. Pero si entiendo que es de bien nacidos ser agradecido, he entendido que dar gracias es bueno para el alma de uno. Entonces voy a hacer un ejercicio. 

TO WHOM IT MAY CONCERN: 
Agradezco que sea primavera y que el cielo de ese azul límpido no tenga nubes a la vez que está fresco, mientras que los jacarandaes y los lapachos y dentro de poco las tipas y por qué no las pasiflora edulis o mburucuyá me sorprenden colgando de las rejas del zoológico. Aunque mis favoritos son los tilos, bajo cuyas grandes hojas y flores doradas y fragantes adoro caminar y me sedan instantáneamente. 
Agradezco que el zorzal cante extemporáneamente porque me recuerda que existe la naturaleza, ese paraíso del que vivimos exilados, pero que como una pieza de relojería cumple puntualmente sus tiempos y cambios aunque olvidemos que no somos más que una pequeña parte de ese (parte de otro) todo que se llama Cosmos.
Agradezco la lluvia torrencial, que enjuaga la ciudad, y la llovizna que anodinamente rocía los parques y jardines aunque el sol rajante deshaga su trabajo tan rápidamente.
Agradezco el agua en todos sus estados, cuando me lavo las manos porque las siento secas o con polvo, cuando me baño y me siento que me renueva y me alivia los efectos del trasiego metropolitano, cuando puedo nadar, flotar, o sufrir el embate de las olas, cuando está fría y es como un despertador que me saca de la modorra. Cuando corre y busca su camino implacablemente hacia su destino a veces secreto.
Agradezco las flores, especialmente los jazmines y las peonías, y su fragancia.
Agradezco que mi MAC me sobresalte anunciándome las horas con el acento escocés de “Fiona” que aunque yo lo programé, me lo olvido, y me hace creer que estoy en Escocia.
Agradezco los campos de trigo, verde y maduro, que me recuerdan al mar y me quiero sumergir y nadar.
Muchas cosas agradezco, pero el día comienza y aunque no lo dije agradezco tener cerca personas que quiero tanto, que me inspiran, que admiro, y ver el vaso lleno también es un ejercicio. Hablando de vasos me voy a lavar los platos. Pero antes otro pensamiento: 
Al final me admito que creo ser una verdadera adicta. En el sentido sobre todo de mi incapacidad de comunicarme y de su frustración concomitante. Creo que eso está en el fondo más profundo valga la redundancia, de muchas de mis afecciones. 
Entendiendo esto automáticamente lo puedo ilustrar con un sueño recurrente y angustioso en el cual tengo pinchados en la lengua y labios millones de alfileres como si fuera esa almohadilla de pinchar alfileres y agujas. Todo inicia en la incapacidad de decir las cosas. Soy verborrágica naturalmente. Sin embargo no tiene nada que ver con que sea capaz de transmitir mis sentimientos sobrepasando la vergüenza, la cortesía, el decoro, los miedos, la educación  y quién sabe cuántas cosas más que me lo impiden. 
Alguien me dijo hace poco que si no fuera por la válvula de escape que supone la escultura, estaría loca. Quizá loca linda, pero loca al fin. Un par de veces en mi vida he tenido la sensación de estar por volverme loca. Creo que secretamente algo loca soy. Me río interiormente.  
Anyway, (con acento escocés, que suena tipo énewi) hace seis días que no fumo y es muy interesante todo lo que encierra un rollito de tabaco. Incinera cosas que uno debería decir, tapa la boca de gritos que uno debería pegar. Pero mejor, mucho mejor es dejarlo salir. El desafío es hacerlo a lo británico. Amablemente, aunque no sin firmeza. 
Cumplí años (y emulando a la dama con la que estoy trabajando que tiene 98 años pero para quien la edad es una entelequia) mi madre se murió, tampoco tengo padre, y siento que al fin dejé mi vida atrás. Mi vida azarosa, difícil, dura, injusta, dolorosa, equivocada, cruel, al fin siento que la puedo dejar atrás. Nunca es tarde para nada. Siento el poder físico de dar vuelta la hoja. Me visualizo pasando una pesada hoja de pergamino y acabar con muchos capítulos malos. Es hora de que yo tenga una vida con más suerte, como me dice el escocés. Es hora que viva mejor, que sea más feliz, que sea más leve, que me enoje menos, que sea menos perfeccionista, que no sufra al vicio. 
Es hora. Veremos cómo me va. 

4 comentarios:

Rob K dijo...

Es curioso cómo la comúnmente llamada "inteligencia" no nos ayuda a ser felices, a veces sucede lo opuesto. O será necesario atender a otro tipo de inteligencia que no detecta el IQ, una especie más sutil e inasible.

Finalmente, y salvando catástrofes o incluso a merced de ellas, la vía hacia nuestra felicidad está en nosotros, y en nadie más.

En "Renoir", excelente film en lo visual, el célebre y ya viejo Auguste habla con su hijo Jean de la teoría del corcho, dejarse llevar como un corcho en la corriente del río. No es mal plan, me parece. Dejémonos llevar.

Salut, Cosima.

Anónimo dijo...

Lo dijo bien ya el señor Rob K. Pero agrego: pocas son las personas agradecidas y menos aún las que disfrutan al hacerlo. Felicitaciones.

Anónimo dijo...

Recuerdo los dichos de mi padre: la felicidad como los buenos modales se enseñan en casa.

Anónimo dijo...

Recuerdo los dichos de mi padre: la felicidad como los buenos modales se enseñan en casa.