Qué es esto de
Thanksgiving?! La celebración del día de Acción de Gracias antes no la
entendía. Quizá por que he sido muy ingrata. Pero si entiendo que es de bien
nacidos ser agradecido, he entendido que dar gracias es bueno para el alma de uno.
Entonces voy a hacer un ejercicio.
TO WHOM IT MAY CONCERN:
Agradezco que sea primavera y que el cielo de
ese azul límpido no tenga nubes a la vez que está fresco, mientras que los
jacarandaes y los lapachos y dentro de poco las tipas y por qué no las pasiflora
edulis o mburucuyá me sorprenden colgando de las rejas del zoológico.
Aunque mis favoritos son los tilos, bajo cuyas grandes hojas y flores doradas y
fragantes adoro caminar y me sedan instantáneamente.
Agradezco que el
zorzal cante extemporáneamente porque me recuerda que existe la naturaleza, ese
paraíso del que vivimos exilados, pero que como una pieza de relojería cumple
puntualmente sus tiempos y cambios aunque olvidemos que no somos más que una
pequeña parte de ese (parte de otro) todo que se llama Cosmos.
Agradezco la
lluvia torrencial, que enjuaga la ciudad, y la llovizna que anodinamente rocía
los parques y jardines aunque el sol rajante deshaga su trabajo tan
rápidamente.
Agradezco el agua en todos sus estados, cuando me lavo las manos porque
las siento secas o con polvo, cuando me baño y me siento que me renueva y me
alivia los efectos del trasiego metropolitano, cuando puedo nadar, flotar, o
sufrir el embate de las olas, cuando está fría y es como un despertador que me
saca de la modorra. Cuando corre y busca su camino implacablemente hacia su
destino a veces secreto.
Agradezco las flores, especialmente los jazmines y las
peonías, y su fragancia.
Agradezco que mi MAC me sobresalte anunciándome las
horas con el acento escocés de “Fiona” que aunque yo lo programé, me lo olvido,
y me hace creer que estoy en Escocia.
Agradezco los campos de trigo, verde y
maduro, que me recuerdan al mar y me quiero sumergir y nadar.
Muchas cosas
agradezco, pero el día comienza y aunque no lo dije agradezco tener cerca
personas que quiero tanto, que me inspiran, que admiro, y ver el vaso lleno
también es un ejercicio. Hablando de vasos me voy a lavar los platos. Pero
antes otro pensamiento:
Al final me admito que creo ser una verdadera adicta. En el sentido
sobre todo de mi incapacidad de comunicarme y de su frustración concomitante.
Creo que eso está en el fondo más profundo valga la redundancia, de muchas de
mis afecciones.
Entendiendo esto automáticamente lo puedo ilustrar con un
sueño recurrente y angustioso en el cual tengo pinchados en la lengua y labios
millones de alfileres como si fuera esa almohadilla de pinchar alfileres y
agujas. Todo inicia en la incapacidad de decir las cosas. Soy verborrágica
naturalmente. Sin embargo no tiene nada que ver con que sea capaz de transmitir
mis sentimientos sobrepasando la vergüenza, la cortesía, el decoro, los
miedos, la educación y quién sabe cuántas cosas más que me lo
impiden.
Alguien me dijo hace poco que si no fuera por la válvula de
escape que supone la escultura, estaría loca. Quizá loca linda, pero loca al
fin. Un par de veces en mi vida he tenido la sensación de estar
por volverme loca. Creo que secretamente algo loca soy.
Me río interiormente.
Anyway, (con acento escocés, que suena
tipo énewi) hace seis días que no fumo y es muy interesante todo lo que
encierra un rollito de tabaco. Incinera cosas que uno debería decir, tapa
la boca de gritos que uno debería pegar. Pero mejor, mucho mejor es dejarlo
salir. El desafío es hacerlo a lo británico. Amablemente, aunque no sin
firmeza.
Cumplí años (y emulando a la dama con la que estoy trabajando
que tiene 98 años pero para quien la edad es una entelequia) mi madre se murió,
tampoco tengo padre, y siento que al fin dejé mi vida atrás. Mi vida azarosa,
difícil, dura, injusta, dolorosa, equivocada, cruel, al fin siento que la puedo
dejar atrás. Nunca es tarde para nada. Siento el poder físico de dar vuelta la
hoja. Me visualizo pasando una pesada hoja de pergamino y acabar con muchos
capítulos malos. Es hora de que yo tenga una vida con más suerte, como me dice
el escocés. Es hora que viva mejor, que sea más feliz, que sea más leve, que me
enoje menos, que sea menos perfeccionista, que no sufra al vicio.
Es
hora. Veremos cómo me va.
Qué es esto de
Thanksgiving?! La celebración del día de Acción de Gracias antes no la
entendía. Quizá por que he sido muy ingrata. Pero si entiendo que es de bien
nacidos ser agradecido, he entendido que dar gracias es bueno para el alma de uno.
Entonces voy a hacer un ejercicio.
TO WHOM IT MAY CONCERN:
Agradezco que sea primavera y que el cielo de
ese azul límpido no tenga nubes a la vez que está fresco, mientras que los
jacarandaes y los lapachos y dentro de poco las tipas y por qué no las pasiflora
edulis o mburucuyá me sorprenden colgando de las rejas del zoológico.
Aunque mis favoritos son los tilos, bajo cuyas grandes hojas y flores doradas y
fragantes adoro caminar y me sedan instantáneamente.
Agradezco que el
zorzal cante extemporáneamente porque me recuerda que existe la naturaleza, ese
paraíso del que vivimos exilados, pero que como una pieza de relojería cumple
puntualmente sus tiempos y cambios aunque olvidemos que no somos más que una
pequeña parte de ese (parte de otro) todo que se llama Cosmos.
Agradezco la
lluvia torrencial, que enjuaga la ciudad, y la llovizna que anodinamente rocía
los parques y jardines aunque el sol rajante deshaga su trabajo tan
rápidamente.
Agradezco el agua en todos sus estados, cuando me lavo las manos porque
las siento secas o con polvo, cuando me baño y me siento que me renueva y me
alivia los efectos del trasiego metropolitano, cuando puedo nadar, flotar, o
sufrir el embate de las olas, cuando está fría y es como un despertador que me
saca de la modorra. Cuando corre y busca su camino implacablemente hacia su
destino a veces secreto.
Agradezco las flores, especialmente los jazmines y las
peonías, y su fragancia.
Agradezco que mi MAC me sobresalte anunciándome las
horas con el acento escocés de “Fiona” que aunque yo lo programé, me lo olvido,
y me hace creer que estoy en Escocia.
Agradezco los campos de trigo, verde y
maduro, que me recuerdan al mar y me quiero sumergir y nadar.
Muchas cosas
agradezco, pero el día comienza y aunque no lo dije agradezco tener cerca
personas que quiero tanto, que me inspiran, que admiro, y ver el vaso lleno
también es un ejercicio. Hablando de vasos me voy a lavar los platos. Pero
antes otro pensamiento:
Al final me admito que creo ser una verdadera adicta. En el sentido
sobre todo de mi incapacidad de comunicarme y de su frustración concomitante.
Creo que eso está en el fondo más profundo valga la redundancia, de muchas de
mis afecciones.
Entendiendo esto automáticamente lo puedo ilustrar con un
sueño recurrente y angustioso en el cual tengo pinchados en la lengua y labios
millones de alfileres como si fuera esa almohadilla de pinchar alfileres y
agujas. Todo inicia en la incapacidad de decir las cosas. Soy verborrágica
naturalmente. Sin embargo no tiene nada que ver con que sea capaz de transmitir
mis sentimientos sobrepasando la vergüenza, la cortesía, el decoro, los
miedos, la educación y quién sabe cuántas cosas más que me lo
impiden.
Alguien me dijo hace poco que si no fuera por la válvula de
escape que supone la escultura, estaría loca. Quizá loca linda, pero loca al
fin. Un par de veces en mi vida he tenido la sensación de estar
por volverme loca. Creo que secretamente algo loca soy.
Me río interiormente.
Anyway, (con acento escocés, que suena
tipo énewi) hace seis días que no fumo y es muy interesante todo lo que
encierra un rollito de tabaco. Incinera cosas que uno debería decir, tapa
la boca de gritos que uno debería pegar. Pero mejor, mucho mejor es dejarlo
salir. El desafío es hacerlo a lo británico. Amablemente, aunque no sin
firmeza.
Cumplí años (y emulando a la dama con la que estoy trabajando
que tiene 98 años pero para quien la edad es una entelequia) mi madre se murió,
tampoco tengo padre, y siento que al fin dejé mi vida atrás. Mi vida azarosa,
difícil, dura, injusta, dolorosa, equivocada, cruel, al fin siento que la puedo
dejar atrás. Nunca es tarde para nada. Siento el poder físico de dar vuelta la
hoja. Me visualizo pasando una pesada hoja de pergamino y acabar con muchos
capítulos malos. Es hora de que yo tenga una vida con más suerte, como me dice
el escocés. Es hora que viva mejor, que sea más feliz, que sea más leve, que me
enoje menos, que sea menos perfeccionista, que no sufra al vicio.
Es
hora. Veremos cómo me va.
4 comentarios:
Es curioso cómo la comúnmente llamada "inteligencia" no nos ayuda a ser felices, a veces sucede lo opuesto. O será necesario atender a otro tipo de inteligencia que no detecta el IQ, una especie más sutil e inasible.
Finalmente, y salvando catástrofes o incluso a merced de ellas, la vía hacia nuestra felicidad está en nosotros, y en nadie más.
En "Renoir", excelente film en lo visual, el célebre y ya viejo Auguste habla con su hijo Jean de la teoría del corcho, dejarse llevar como un corcho en la corriente del río. No es mal plan, me parece. Dejémonos llevar.
Salut, Cosima.
Lo dijo bien ya el señor Rob K. Pero agrego: pocas son las personas agradecidas y menos aún las que disfrutan al hacerlo. Felicitaciones.
Recuerdo los dichos de mi padre: la felicidad como los buenos modales se enseñan en casa.
Recuerdo los dichos de mi padre: la felicidad como los buenos modales se enseñan en casa.
Publicar un comentario