Estoy tan contenta que me dan ganas de teñirme de rubia. Eso sí, no me pregunten cuál sería la relación entre una cosa y la otra. Me parece que es porque te da un aire más despreocupado que el castaño. Cuando me veo en el espejo, a veces pienso que me veo cansada y un poco apagada.
Estoy por volver a dejar de fumar. Estoy tachando endemoniadamente tareas de mi To Do list. Incluyendo la administración pública, para quienes, básicamente, somos unos condenados a muerte, por lo cual nos tratan como tales. Completan la formación actividades antes impensadas puesto que mi tiempo y energía se los llevaban las multinacionales, cambiar la cuchilla a la licuadora, hacer arreglar la valija, averiguar cuánto sale una máquina de coser, ir a pelearme con OSDE. Pelearme con Vomistar. Pelearme con Cablevisión. Con quién más me puedo pelear? En fin, igual voy y todavía bajo el efecto escocés sonrío indiscriminadamente y soy amable. Who knew.
En estas semanas que empecé un trabajo free lance, y, como dicen en la TV estoy llena de proyectos, en mi mejor momento. Eso que siempre me parecía un cliché y hasta un eufemismo para estar desesperadamente buscando trabajo y/o novio. Pero ahora lo puedo afirmar en toda su anchura y sé exactamente lo que se siente.
Espero que a fin de mes me entre mi primer pago de esta nueva vida. No sé por qué me pasé tantos años encerrada en una oficina, con lo que padezco el confinamiento. Es una absoluta tortura para mí. Siempre creí que DEBÍA. Debía esto o lo otro. Quién carajos me lo dijo? Por qué me lo creí!
Bueno, el movimiento se demuestra andando. Vamos a ver si puedo sostenerlo.
Quién era ese que dijo que el estado de la felicidad perfecta es cuando soñamos despiertos sobre nuestra futura felicidad? Ah, si, era Pascal, me confirma el escocés. Espero no estar haciendo eso. Pero que me siento feliz, me siento feliz.
Estoy por volver a dejar de fumar. Estoy tachando endemoniadamente tareas de mi To Do list. Incluyendo la administración pública, para quienes, básicamente, somos unos condenados a muerte, por lo cual nos tratan como tales. Completan la formación actividades antes impensadas puesto que mi tiempo y energía se los llevaban las multinacionales, cambiar la cuchilla a la licuadora, hacer arreglar la valija, averiguar cuánto sale una máquina de coser, ir a pelearme con OSDE. Pelearme con Vomistar. Pelearme con Cablevisión. Con quién más me puedo pelear? En fin, igual voy y todavía bajo el efecto escocés sonrío indiscriminadamente y soy amable. Who knew.
En estas semanas que empecé un trabajo free lance, y, como dicen en la TV estoy llena de proyectos, en mi mejor momento. Eso que siempre me parecía un cliché y hasta un eufemismo para estar desesperadamente buscando trabajo y/o novio. Pero ahora lo puedo afirmar en toda su anchura y sé exactamente lo que se siente.
Espero que a fin de mes me entre mi primer pago de esta nueva vida. No sé por qué me pasé tantos años encerrada en una oficina, con lo que padezco el confinamiento. Es una absoluta tortura para mí. Siempre creí que DEBÍA. Debía esto o lo otro. Quién carajos me lo dijo? Por qué me lo creí!
Bueno, el movimiento se demuestra andando. Vamos a ver si puedo sostenerlo.
Quién era ese que dijo que el estado de la felicidad perfecta es cuando soñamos despiertos sobre nuestra futura felicidad? Ah, si, era Pascal, me confirma el escocés. Espero no estar haciendo eso. Pero que me siento feliz, me siento feliz.
1 comentario:
Estado de gracia, qué mejor. Salut, Cosima.
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