Hace no muchos años empecé a (volver a) hacer listas de propósitos para trazar líneas tendientes a mejorar, reordenar y reencarrilar mi vida y ser, por ende más feliz. Hacen muchos años también que la lista se repite, sin ningún logro fundamental.
Yo pensaba que era una contrafobia muy enroscada, fruto del movimiento pendular que me arrojó en las antípodas de aquella secta a la que supe pertenecer, y sobre la cual, muy rara vez pero sí de vez en cuando, todavía tengo pesadillas. Pero también pienso que si uno no hace algunas cosas a conciencia, es muy difícil que el azar las haga por nosotros. Soy por ende, una hacedora. No soy de sentarme a esperar que me pasen las cosas. Consiguientemente tengo la frente llena de chichones, pero en perspectiva, capaz que alguna vez me alegré de haber conseguido alguna cosa que quería mucho.
Este año 2013, que me fue tan propicio, voy a poder tachar dos o dos y media cosas. El número 13 siempre me gustó. Nací un 13 de septiembre. Cuando tenía 13 años era feliz. Cuando juego a algo o compro una rifa, busco ese número. Es mi número de la suerte, aunque no crea en la suerte.
Por ende, en estos días que estoy un poco al vicio, y que estoy tratando de cambiar tantas cosas de la forma en que he venido viviendo, voy a inaugurar una de las preciosas libretitas que me compré en Europa este año, empezando, creo por la de Edinburgh y voy a repetir el rito.
Tanto va el cántaro a la fuente, que seguro un día se rompe. Es la estadística, dummy.
Yo pensaba que era una contrafobia muy enroscada, fruto del movimiento pendular que me arrojó en las antípodas de aquella secta a la que supe pertenecer, y sobre la cual, muy rara vez pero sí de vez en cuando, todavía tengo pesadillas. Pero también pienso que si uno no hace algunas cosas a conciencia, es muy difícil que el azar las haga por nosotros. Soy por ende, una hacedora. No soy de sentarme a esperar que me pasen las cosas. Consiguientemente tengo la frente llena de chichones, pero en perspectiva, capaz que alguna vez me alegré de haber conseguido alguna cosa que quería mucho.
Este año 2013, que me fue tan propicio, voy a poder tachar dos o dos y media cosas. El número 13 siempre me gustó. Nací un 13 de septiembre. Cuando tenía 13 años era feliz. Cuando juego a algo o compro una rifa, busco ese número. Es mi número de la suerte, aunque no crea en la suerte.
Por ende, en estos días que estoy un poco al vicio, y que estoy tratando de cambiar tantas cosas de la forma en que he venido viviendo, voy a inaugurar una de las preciosas libretitas que me compré en Europa este año, empezando, creo por la de Edinburgh y voy a repetir el rito.
Tanto va el cántaro a la fuente, que seguro un día se rompe. Es la estadística, dummy.
1 comentario:
Qué bueno que tu año haya sido propicio. Signo de que has elegido bien. Los chichones se curan, persistir es un extraordinario don.
Te saludo.
Publicar un comentario