Dicen que viajando se fortalece el corazón. Cuantas veces echo mano de cosas que conocí o aprendí en viajes, revive mi ilusión por viajar y vivir.
Hace unos pocos días, mi peor es nada, me reenvió un correo de una de sus estudiantes, donde contaba y advertía que en la reunión anual que iba a llevarse a cabo en Firbush, cerca de Perth, Escocia, entre medio de las montañas, al lado de un lago, iba a usar siempre un pañuelo en la cabeza. O sombrero. Todos sabemos que en Escocia hace siempre frío. Aún en verano. O primavera. Según nuestros estándares, en Alba hace siempre frío. Por eso no llama la atención. Sí la advertencia.
Hacía algún tiempo que Ian me contaba que Riinu hacía cosas raras con su pelo. Lo último fue teñírselo de verde. Riinu es una chica de veintialgos, no muchos. Es de Estonia y no es una joven común, por supuesto siempre de acuerdo a nuestros estándares. Los argentinos, que ya se sabe somos de estándares bastante angostos. Riinu le dio su nombre a un planeta menor descubierto hace unos años por un grupo de científicos quienes lo bautizaron con su nombre, como premio a una presentación en una feria de ciencias de su colegio secundario.
Riinu es una chica algo diferente. Sabe mucho de música clásica; toca varios instrumentos. Está haciendo un doctorado en geofísica. Le tienen mucho respeto, a veces rayando el miedo. Yo les digo que es por su clara altura intelectual y su fortísima personalidad. Me cayó re bien cuando la conocí. Hay que soportar un poco su mirada ultra inquisidora. Casi como un ultrasonido es su mirada. Pero es benevolente también.
Me encantaría poder comentar todo esto con ella. Pero estos PhDs no son muy dados a hablar de cosas personales. Me gustaría confortarla. Que una chica tan joven, linda e inteligente estuviera enferma, me golpea demasiado. Pienso en mis sobrinos y me da espanto de lo que les podría pasar. Pero rápidamente me desalentaron. Así que me llamé a silencio. Es claro. En estos países nórdicos nadie se queja de sandeces. Apenas sí de las cosas importantes. Perder totalmente el pelo no es un problema. Es un hecho. Y se remedia abrigándose la cabeza.
Hace días que este hecho me ayuda a tomar perspectiva de las cosas, que aunque esté tan en mi centro y de buen ánimo, me mantiene en la buena senda.
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